miércoles, 24 de marzo de 2010

"Un buen lío", por Juan María Míllán Medel, 2º ESO D

En el momento en que cruzaban el puente, escucharon la explosión que venia del descampado de detrás de la estación, un lugar abandonado, con una gran nave llena de artilugios relacionados con la industria de el ferrocarril.
No tardaron ni cinco minutos en llegar al lugar en el que se podía apreciar a muchos kilómetros de distancia el humo de la explosión. Alberto y Juanma estaban allí, apiñados en multitud, como la cantidad de vecinos que estaban al alrededor aterrorizados por el terrible ruido. Minutos después, llegaron los bomberos locales, ambulancias, policía local… etc.
-¿Qué a pasado? ¿por qué alguien no nos da una explicación?- preguntaban los vecinos horrorizados.
Los dos amigos estuvieron allí asta que el bullicio de la gente se calmo un poco. Volvieron a casa de Felipe, el compañero de clase de Juanma. Los dos, asustados contaron lo ocurrido a Felipe, él, impresionado, preguntó:
-¿Habrá sido lo nuestro?- preguntó.
-Ni remota idea, le preuntaré a mi tío, es policía, investigarán un poco y sacaran una conclusión- respondió Juanma.
-Hemos trabajado mucho para conseguir ese cargamento, y de repente, ¡¡PUM!! Todo echado a perder, ojalá no haya sido culpa nuestra, pero de todas maneras, no nos queda nada. ¡NADA!
Los chicos estaban reunidos, esperando a que terminaran las labores de investigación sobre lo que ha podido ocurrir. Juanma corrió a su casa, a la entrada de su casa oyó a su madre hablar por teléfono, estaba hablando de lo ocurrido con la nave del descampado. Juanma preguntó a su madre:
-¿Quién es mama?-preguntaba mientras su madre respondía a la persona que estaba al otro lado del teléfono.
-Es tu tío, tu tío Gregorio.-le respondió cabreada.
La conversación parecía más interesante aun:
-Sí, sí, ¿unos petardos?, ¿en ese almacén abandonado?, pues valla medidas de seguridad que tiene esta gente de la alcaldía - decía su madre.
Rápidamente y sin reaccionar, Juanma fue corriendo a su cuarto, marco el teléfono de Alberto…, no había respuesta, estaba comunicando. Pulsó corriendo el enlace de SMS y puso sin pensar:
Oye, Felip mndale un sms a Albrt, k no m cntsta, rapid, m acbo d enterr, an sdo ls petrdos, an stalldo, irems a un refrmtorio
Pulsó el botón de enviar y minutos después sonó su móvil, era Alberto.
-Juanma, ¿es verdad eso? Madre mía… ¿Porque los tuvimos que aceptar? Ese tipo… maldito idiota, oye, ¿hablamos mañana vale?
Cuando Juanma se levantó, vio a su madre en el salón, mirando las noticias. Casi todos los canales de televisión estaban dando esa noticia. Salió de su casa despidiendo a su madre con un simple adiós
Cuando llegó al instituto, vio en la puerta a Alberto y a Felipe, su conversación no era la típica de todos los días, no era la de si el Real Madrid había fichado a tal jugador o de si el Barcelona iba a echar a un par de jugadores más. Quisieron volver después de clase a ver como estaba su escondrijo para el cargamento, y no estaban hablando de un par de cajas de petardos, no, estaban hablando de 500 kilos .
Cuando llegaron no había nadie por los alrededores, decidieron explorar un poco. Estuvieron recordando cuanto les costó adquirir ese almacén, la verdad, estuvieron hablando de quien fue el que dio las patadas mas fuertes para abrir la puerta, y cuanto tuvieron que poner para la nueva cerradura, eso fue todo lo que les costó ese local.
También estuvieron recordando la cara del maldito bastardo que les acababa de meter en el mayor lío de sus vidas, porque lo que ellos sabían es que las cámaras de seguridad de la estación estarían ahora siendo revisadas por los policías de el pueblo, para ver quién pudo ser el causante de la explosión. Juanma intentaba tranquilizarlos, había estado varias veces en una revisión de cintas con su tío, solo revisaban las de 2 días antes, y ellos no pisaban el almacén desde hace más de una semana.
Cuando estuvieron viendo lo que quedaba de su maravilloso zulo, se dieron cuenta de que una parte de la nave, seguía casi intacta. Los ojos de los chicos se abrieron lo mas que pueden abrirse unos ojos, al contemplar que la habitación que guardaba la carga de petardos, seguía intacta, y encima, con el candado que varios días atrás puso Alberto.
En ese momento, esa alegría pasó de terror en un segundo, alguien estaba dirigiéndose al interior de la nave, rápidamente, se escondieron en el interior de una grúa con la que conseguían poner los trenes sobre los raíles. Los tres chicos estaban aterrorizados, muy aterrorizados, no sabían quien eran los dos chicos que acababan de entrar. De repente, empezaron a hablar:
-Mira tío, menos mal que nos llevamos toda esa mierda hace dos días, ¿cuánto quedaba por coger? ¿50, 60 kilos? Eso sería lo que estalló, y encima al lado de ese montón de barriles, seguro que sería gasoil, o algo parecido- dijo uno.
De repente, mas problemas para los tres chicos que estaban escondidos, de repente y sin sentir ni los pasos, cinco policías estaban acorralando a los dos individuos que de repente estaban esposados.
-Están ustedes detenidos por orden de la justicia, acusados de provocar la explosión del día pasado. Tienen derecho a permanecer en silencio, todo lo que digan puede ser utilizado en su contra- dijo uno de los policías
Los chicos impactados dijeron:
-¿Qué están haciendo? Quitadme las esposas, yo no he hecho nada- dijo el muchacho, mientras el otro se quedaba callado.
- Vosotros dos vendréis con nosotros a declarad, sois sospechoso-dijo el policía.
Cuando reaccionaron, los tres amigos, llenos de sudor por la frente, ninguno se creía lo que estaba pasando, habían detenido a dos inocentes solo por estar allí, eso no podía ser cierto. Juanma recordó lo que dijo ese tipo, ``menos mal que ya nos lo hemos llevado todo´´. Alberto, se saco corriendo su llave, junto con otro montón de llaves que guardaba en su llavero. Cuando abrieron la puerta, y vieron que en la habitación no había nada, absolutamente nada se quedaron con la boca abierta.
No sabían que decir, ninguno sabían que decir en ese momento, pero a Felipe se le ocurrió la magnífica idea de subir al cuartel de la Guardia Civil, allí estarían los dos chicos. Juanma sabia perfectamente gracias a su tío, donde se interrogan a los sospechosos.
Habían llegado al cuartel, se escondieron detrás de la ventana de la habitación, ya se escuchaban voces, sin duda era Gregorio, el tío de Juanma
-¿Vosotros os pensáis que los policías somos idiotas?¿eh, es eso?¿pues estáis equivocados, sólo os queda decirnos una cosa, que sois culpables, que tenéis la culpa, de esa forma sólo os caerán dos, quizá tres pares de meses en un reformatorio- decía Gregorio.
En ese momento el chico dijo:
-No me declaro culpable de hacer estallar el cargamento de petardos, pero sí de ladrón, ¿cuánto tiempo tendré que estar en el reformatorio ese?, que le voy a dar los nombres de los personajes que vendían ilegalmente esos petardos, que le parece- dijo el chico.
- Me parece bien Pedro-dijo Gregorio.
- Con una condición, cumpliréis tanto tu amigo como tú, pero no seras acusado de ladrón, hasta que los nombres que me vas a dar supuestamente declaren como culpables- aclaró
- Por supuesto señor, aquí los tiene- dijo señalándole el papel que había dejado en la mesa.
En el papel ponía:
Juan María Millán Medel
Alberto Garrido López
Felipe Marcos Torres Gómez

A Gregorio le estalló la pupila cuando vio en el papel el nombre de su sobrino. Pero más intriga sufrían los chicos que estaban espiando por la ventana, que no savia que nombres había puesto Pedro en ese papel. Pero el policía le siguió insistiendo:
-¿Estás seguro de estos nombres?- Preguntó
-Sí lo estoy-aseguró
-Muy bien, ¡chicos quedaros en la habitación un momento, ahora vuelvo- digo saliendo por la puerta del cuartel.
Gregorio llamó enseguida al móvil de Juanma que cogió inmediatamente
-Chaval, no sabes en que lío estáis metidos tus amigos Alberto, Felipe y tú, ¿Dónde estáis? Necesito hablar con vosotros para que me aclaréis una cosa sobre el tema de la explosión - dijo con voz insinuante
- Estamos cerca de la puerta del cuartel, ¿te esperamos aquí?- digo cagado de miedo.
- Anda, que sorpresa, estoy justo en el cuartel, ven a mi despacho, ya sabes donde esta, la tercera puerta a la izquierda del segundo pasillo, no tardes.
Cuando Juanma colgó el teléfono, los chicos se reunieron y los tres dijeron a la vez:
-``La casa del traficante´´
Fueron corriendo al despacho de Gregorio, y sin dejarle hablar le replicaron que por favor fueran a una casa a las afueras de Mengíbar, allí vivía una persona, una persona que sin duda era el causante de toda este problema, se montaron en el coche y se lo explicaron todo por el camino.
-Ese tío, nos vio jugar en la plaza con los petardos, y nos pidió que si queríamos vender nosotros, nos lo pidió por favor, y nos dio un camión entero de petardos, que nosotros vendíamos ilegalmente, también quería pedir perdón por estar espiando por la ventana de la sala de declaraciones- decía rápidamente mientras su tío le interrumpió
- No te preocupes, lo importante es que estés bien, se que estabas allí, mas que nada porque te vi en las cámaras de seguridad, una pregunta, ¿conoces al tipo que te dijo que vendieras los petardos?
- Sí, lo conozco, ha estado muchas veces con mi padre, son muy amigos, pero no le dije nada a mi padre, porque me castigaría.
- bueno, vale, y otra cosa, Pedro Fernández, y Fran Gutiérrez, ¿los conocéis?
-Sí, los conocemos, eran nuestros enemigos en segundo, ¿por qué?
-Se han inculpado de ser ladrones que se han llevado los petardos del almacén
- Así que fueron ellos…
Cuando llegaron a la casa de el hombre que Juanma digo haber sido el traficante de petardos, el tío de Juanma, Gregorio, intento abrir por la fuerza, pero no se podía, se alejaron unos metros, para rodear la casa, era una casa rural, vieja por el tiempo, pero parecía acogedora. Juanma vio una ventana e inmediatamente Gregorio entro por ella, vio al hombre durmiendo, al que esposó, mientras exploraban la casa.
Estaba llena de petardos, cajas y cajas apiladas, era difícil no sospechar de él,
Roberto, como así se llamaba el traficante, declaro ser el culpable, le cayeron cinco años por trafico de explosivos, gracias a dios, a los cinco chicos, a Juanma, a Felipe, a Alberto, a Pedro y a Fran, solo le cayeron unos meses de castigo.

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