¡RRRIIING! ¡RRRIIING! Sonó el despertador, como todos los días a la misma hora.
Había amanecido en Arenas, un pueblo costero de aproximadamente diez mil habitantes y que está en la provincia de Murcia. Es un pueblo blanco, porque todas sus casas están encaladas y tiene una playa grande con arena blanca , como sus casas.
Tomás se levantó y se puso sus vaqueros, su camiseta favorita y sus deportes. Desayunó sus cereales con leche, y tras peinarse salió de casa para irse al instituto, porque todabía era un muchacho de unos catorce años.
Al salir del instituto fue a su casa, comió, hizo sus tareas y como todas las tardes se fue a correr a la playa con su MP3, porque le gustaba mucho hacer deporte mientras escuchaba su música preferida.
Llevaba un buen rato corriendo cuando tropezó con algo que estaba medio enterrado en la arena, empezó a desenterrarlo y lo limpió un poco, era una vasija muy antigua, y estaba muy estropeada. Le quitó una especie de tapón y dentro encontró un mapa muy viejo, entonces se fue a casa de su amigo Carlos, porque a él se le daban bien los idiomas.
- ¡Hola Carlos! Vengo a enseñarte una cosa que he encontrado en la playa.
- ¿Sí? Pues enséñamelo.
- Es este mapa antiguo. ¿Podrás traducir lo que pone?
- No sé, vamos a intentarlo.
Se pasaron unas horas traduciendo lo que ponía, era un idioma parecido al inglés. Pero al final lo consiguieron. Señalaba la situación de una cueva que había en una cala de la que nadie había oído hablar, y decidieron ir a buscarla y explorarla.
- ¿Quedamos mañana después de clase?
- Si quieres, vale.
- Yo prepararé una linterna y algunas cosas más.
- Muy bien Tomás, tiene que ser muy interesante, tal vez seamos los primeros en explorarla.
Al día siguiente se encontraron en la playa y se dirigieron hacia el lugar donde el mapa indicaba que se encontraba la cueva, los dos estaban muy ilusionados con el descubrimiento del mapa y pensando que encontrarían en esa cueva. En el lugar donde el mapa señalaba la entrada de la cueva había una gran cantidad de arbustos que fueron apartando poco a poco hasta dar con una especie de grieta en la roca por la que podía entrar una persona.
Tomás y Carlos se miraron sorprendidos, al principio dudaron un poco pero al final decidieron entrar.
Una vez dentro se quedaron impresionados, porque era enorme y tenía muchas estalactitas y estalagmitas. También tenía una abertura en el techo por la que se colaban los rayos del sol como si de una ventana se tratara. La luz se reflejaba en las paredes de la cueva como si fueran espejos, de tal manera que no hizo falta la linterna de Tomás.
Continuaron explorando la cueva y entraron en una bóveda muy grande donde había un pequeño lago, se acercaron a él para verlo mejor, Tomás resbaló y cayó al suelo, con tan mala suerte que se hizo un corte en una mano con una roca. Carlos le dijo que se limpiara la herida en el agua y Tomás se acercó a la orilla y metió sus manos para limpiarse, se llevó una gran sorpresa al ver que la herida dejaba de sangrar y cicatrizaba rápidamente.
Los dos quedaron muy sorprendidos mirándose sin decir nada, pero entendieron que aquella agua tenía propiedades curativas.
muy bueno
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